Wednesday, December 28, 2005

Tocar El Cielo

Le gustaba la tenue luz de aquel cuarto, que filtrada por una gruesa cortina, iluminaba levemente la habitación dibujando el perfil hermoso de su hombre.

Cuánta furia y cuánto deseo albergaban este pecho que ahora recorría con las yemas de los dedos. Cuánta fuerza en estas piernas y estos brazos que la sostenían en vilo, que la estrujaban, que la dominaban con esa fuerza galante y salvaje a la vez pensó, mientras aprisionaba sus bíceps. Cuánta magia y cuanto placer le deparaban este precioso pedazo de carne ahora inerte entre sus dedos. Hacía mucho tiempo que no contaba los orgasmos, sentía un sube y baja interminable que sólo era interrumpido por instantes, para secarse.
Tembló recordando algunas imágenes reflejadas en el espejo, se acostó junto a su miembro aspirando intensamente el olor de la batalla y dejó que los recuerdos fluyan inundándola totalmente.
No sentía que tocaba el cielo con las manos, flotaba en una nube, elevándose a partir de su centro extasiado y satisfecho, la paz que irradiaba invadía todos sus sentidos y cada centímetro de su piel.
Era una experiencia que trascendía lo místico, eran almas y eran cuerpos, eran uno, eran cristos que fornicaban y gozaban como ningún dios podría hacerlo.
Cuando estaba a punto de quedarse dormida, tocaron la puerta de la habitación. Ya habían pasado 3 horas. Tenían que salir rápido, otra pareja esperaba.

José Miguel Victoria, arquitecto y diseñador, Diciembre 2005.

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